Hace poco tuve la oportunidad de asistir a una formación con Héctor Grijalva y Lupita Morales. En un momento de descanso entre ejercicios salió el tema de Halloween. Comentamos la transformación que estamos sufriendo en nuestro país, y de cómo en ocasiones da la impresión de que lo tradicional de aquí, nuestra tan querida Castanyada, queda relegada a un segundo plano. Surgieron los argumentos habituales de cómo interesa económicamente que se celebre Halloween, de cómo las festividades estadounidenses acaparaban todo, etc. Pero después de que la conversación recorriera todos los típicos tópicos asociados al asunto, Héctor, que es mexicano y en su país hay una vivencia de la muerte muy distinta a la nuestra, nos propuso un punto de vista diferente respecto a esta celebración de la muerte y el terror. Por una parte, el valorar como, por un día, los niños tienen la oportunidad de disfrazarse y jugar con esos personajes que habitualmente son fruto de miedos y pesadillas. Durante unas horas son ellos los que dirigen los movimientos de brujas, fantasmas, esqueletos y tantos otros personajes terribles. Es una oportunidad fantástica para “convivir” con estos personajillos durante un rato, jugar con ellos, reír y perderles el miedo. Y en segundo lugar, quien más quien menos, la mayoría de nosotros algún día somos un poco brujas, o un poco fantasmillas, nos sentimos como diablos, o como hombres lobo, o estamos un poco moribundos. Todas esas partes de nosotros de las que presumimos menos y que quedan en nuestro “lado oscuro”, encuentran en el día (o la noche) de Halloween su lugar de expresión. ¡Por fin podemos ser agresivos un ratito y clavarle una hacha al compañero! ¡Por fin podemos ser un poco fantasmillas (es decir, pretender ser algo que no somos en realidad)! ¡Por fin podemos querer comernos a alguien (para bien o para mal)! Y ¡Por fin podemos estar un poco feos, muertos y desencajados sin que nadie nos mire mal! Halloween kids Si entendemos que las festividades, provengan de la cultura que provengan, surgen en definitiva del ser humano, podremos entender que quizás nacen de la necesidad de experimentar un tipo de situación, de poder vivir y expresar unas u otras emociones. Así que, a los que os apetezca convertiros en monstruos por un ratito, ¡que lo disfrutéis y que podáis ser muy pero que muy terribles!     Beatriz Rubio Psicóloga Infantojuvenil y Perinatal Espai Vincles www.espaivincles.com info@espaivincles.com 930 027 586