La despresión posparto es algo de lo que todos hemos oído hablar alguna vez en los medios, leído un artículo por internet… pero pocas personas conocen de primera mano a alguien que la haya vivido. ¿Y eso por qué? La mayoría de nosotros sí hemos conocido a alguien que haya atravesado una depresión común, un episodio de ansiedad, etc. Pues bien, a pesar de que la sufren entre un 15% y un 20% de las mujeres que dan a luz, son pocas las que se atreven a hablar de su malestar, son pocas las que lo comunican a su entorno, y son pocas las que se deciden a pedir ayuda.
Y es que no resulta fácil comunicar, en una sociedad que idealiza la maternidad y promueve el perfeccionismo femenino de tal manera, que a pesar de tener un bebé precioso y saludable “no me siento contenta”, “no puedo dejar de llorar”, “no puedo dormir, ni comer”, “no siento que le quiera”, “no soy feliz en el papel de madre que tanto había deseado”. De hecho, en muchas ocasiones, no es fácil siquiera podernos aceptar estos pensamientos nosotras mismas.
La depresión posparto suele aparecer aproximadamente pasado el primer mes desde el nacimineto del bebé, (aunque se puede presentar en algunos casos en cualquier momento a lo largo del primer año). En ese tiempo, en general, las mujeres han pasado el bajón emocional del principio, también llamado “baby blues”, provocado principalmente por aspectos hormonales y de adaptación. Si el malestar se prolonga en el tiempo, cabe pensar que podría tratarse de una depresión posparto. Los síntomas principales son los siguientes:
- Dificultad para dormir.
- Llanto frecuente o sensación de tristeza
- Irritabilidad y mal humor
- Pérdida de interés en actividades que anteriormente resultaban agradables
- Dificultad para concentrarse
- Cambio en el apetito
- Ansiedad y preocupación
- Sentirse triste, sin esperanzas y con culpa excesiva
- Cansancio y fatiga
Es frecuente también la sensación de no ser capaz de cuidar adecuadamente del bebé y por ello tener el miedo de llegar hacerle daño, las preocupaciones constantes sobre su salud (a pesar de que todo indique que no hay ningún problema), e incluso los pensamientos de querer hacerse daño a sí misma o a su bebé. Es por este motivo que, a pesar de ser una patología que pasa desapercibida o se minimiza en muchas ocasiones, puede terminar siendo tremendamente grave.
En la consulta a menudo nos encontramos con mujeres que creen ser las únicas pasando por una esta situación, y al comunicarles que muchas, muchísimas mujeres pasan por lo mismo, sienten un fuerte alivio.
La sensación de incomprensión que perciben estas mujeres, las expectativas que sienten deben cumplir, la incoherencia entre lo que habían imaginado y lo que están viviendo es abismal. Es por ello que si estás transitando por un momento así, te animamos a que no te aísles, a que hables con alguien de lo que te está pasando y busques ayuda especializada, porque la hay. Si en cambio conoces a una mujer que pudiera encontrarse en esta situación, pregúntale, escúchala sin juzgar, acompáñala en la búsqueda de apoyo, ya sea a través de grupos de madres o bien a través de la atención personalizada desde la Psicología Perinatal (http://espaivincles.com/que-hacemos/embarazo-y-psicologia-perinatal/).
A continuación os dejamos el enlace a un artículo de “Bebés y más” donde podréis encontrar un vídeo con testimonios de tres madres que atravesaron una depresión posparto y nos explican su experiencia:
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