“El potentísimo impulso que sienten los niños por jugar no responde a una necesidad de “esparcimiento” ni de “diversión”. Responde a un propósito mucho más importante. Responde a su necesidad de sobrevivir. A lo largo de la historia y la prehistoria humanas, el juego ha sido la principal forma en que los niños y niñas han adquirido las destrezas, los valores, y los conocimientos que necesitaban para sobrevivir en el seno de su cultura. Los niños no juegan para evadirse de la vida real: juegan a la vida real.”Esto nos hace reflexionar sobre el poco tiempo que tienen los niños en su día a día para el juego libre. Cómo priorizamos otras actividades, académicas o extraescolares, en las que la experimentación de las dinámicas de la vida real no tienen cabida. Por otra parte, el artículo habla sobre la idealización que hacemos los adultos del juego infantil. Al entenderlo únicamente como una manera de pasarlo bien, en ocasiones nos cuesta aceptar o no criticar un juego en el que esté presente la agresividad: juegos de guerra, lucha, conflicto, etc. Estos juegos también tienen una función adaptativa al entorno y la realidad en la que los niños se ven inmersos, y les ayudarán a gestionar las emociones que las situaciones agresivas les puedan generar, así como a poner en práctica mecanismos y estrategias de resolución de las mismas. Os dejamos otro fragmento:
“Cuando juegan -ya sea al juego amable que nos gusta imaginar o al tipo de juegos que describe Eisen- los niños incorporan la realidad de su mundo a un contexto ficticio, en el que resulta seguro mirar cara a cara a esas realidades, afrontarlas, experimentarlas, y practicar formas de gestionarlas. Hay quien piensa que los juegos violentos crean adultos violentos; pero en realidad es a la inversa. La violencia del mundo de los adultos lleva a los niños, como es apropiado, a jugar violentamente. ¿De qué otra forma podrían prepararse emocional, intelectual y físicamente para enfrentarse a la realidad?”Un ejemplo claro lo vemos a diario en la consulta. Cuando trabajamos con niños, el juego tiene un papel principal en las sesiones, y cuanto más pequeños son los niños, más es así. Es a través de estos juegos que ellos nos comunican su vivencia del mundo, de su entorno. Representa una manera de canalizar esas experiencias y las emociones que las acompañan; y a la vez, de poder encontrar a través de este juego, nuevas estrategias para hacerles frente. En conclusión, valoremos el juego de los niños. Démosle suficiente tiempo y espacio. Fomentemos que sea libre, no dirigido, para que así ellos traigan a su juego aquella experiencia que sienten la necesidad de revivir y reorganizar. A continuación, el link al artículo completo. Veréis que, a parte de lo que hemos comentado, hablan del juego de los niños durante el Holocausto. Muy interesante.
El valor del juego: cómo afrontan las niñas y niños los retos vitales
http://estonoesunaescuela.org/bitacora/aprendizaje/el-valor-del-juego-para-afrontar-retos-vitales